miércoles, 9 de mayo de 2012

Semanas 29-30, Thomas Hobbes, «Leviatán»


Thomas Hobbes (1588–1679) considera que las pasiones ejercen un rol fundamental en las acciones (sociales/políticas) de los seres humanos. En este sentido, la vanidad y el honor, serán malas, y el miedo, el temor, en cambio, serían buenas consejeras. Así, por ejemplo, el rol fundamental que tenía la justicia para Aristóteles o la caridad para los cristianos, lo va a ocupar el temor a la muerte para Hobbes, y el honor clásico lo reemplaza la prudencia de Hobbes. El timor mortis será la pasión fundamental (y la hipótesis fundacional), la fuerza que mueve al hombre.


La concepción de Hobbes del estado de naturaleza se aparta radicalmente de las concepciones teológicas que habíamos estudiado. Asimismo Hobbes considera que el estado de naturaleza se refiere a una situación particular. Es decir, una situación de barbarie y de guerra de todos contra todos, un mundo en el que el derecho sería imposible y la única ley es propiamente el derecho natural a la supervivencia. En este estado de guerra eterna cada quien tendría derecho a todo. Pero la razón (natural) apunta desde un principio a la necesidad de superar esta condición desastrosa que impide la paz, el progreso y la industria basadas en la propiedad (en efecto, el mundo del liberalismo burgués). 


¿Qué pasos debe tomar el hombre (el sexismo de Hobbes es patente) para salir de la condición pre-Estatal y entrar en la sociedad política del Estado? ¿Cómo conformamos al hombre artificial que es el Leviatán?


Texto principal:

  • Thomas Hobbes, Leviatán, capítulos: XIII - XV, pp. 100-131; XVII - XIX, pp. 137-161.
Otras lecturas de interés:
  • Inés Pousadela, «El contractualismo hobbesiano» en Atilio Borón, La filosofía política moderna. De Hobbes a Marx, pp. (http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/ar/libros/moderna/moderna.html).
  • Enrique Dussel, «La segunda "Modernidad temprana". Las Cristiandades del norte de Europa» en Política de la liberación, historia mundial y crítica, 2007, pp. 242-254.
  • George Sabine, «Thomas Hobbes», en Historia de la teoría política, capítulo 24, pp. 353-368.

Semanas 26-27, Maquiavelo, «El Príncipe»

Con el breve texto de Maquiavelo, El Príncipe se inaugura una nueva forma de estudiar la política y el poder. Es esto lo que reconocemos en el breve manual político que escribiera Maquiavelo. El tema central de texto es la formación del Estado y la conservación del poder estatal, «los principados». Leer y discutir a Maquiavelo es adentrarse en uno de los fundadores del pensamiento político moderno, pero también aproximarse a éste a partir de los recursos teóricos del renacimiento italiano & europeo.


André Singer en su original lectura de Maquiavelo plantea que:

«...contrariamente a las primeras apariencias, la obra de Maquiavelo es fundamental para pensar tanto al estado cuanto a la libertad, y especialmente la relación entre ambos. El problema, según veremos, no está sólo en una lectura ingenua o mal intencionada de la obra de Maquiavelo. Tiene que ver además con la naturaleza contradictoria de la conexión entre Estado y libertad. El Estado, tal como es presentado por Maquiavelo en El Príncipe, es impuesto por la fuerza. ¿Cómo es posible entonces que algo impuesto a los hombres sea el instrumento de su propia libertad?» (p. 355).

La pregunta parece paradójica, pero comprenderla supone entender el cometido de, y el riesgo que corre, el proyecto de Maquiavelo.  Intentemos adentrarnos en la pregunta y esbozar su respuesta. 
Los consejos de Maquiavelo, como ya sabemos, tenían como propósito asegurar el poder del Estado nuevo. Para Maquiavelo, según Singer,

«...no hay Estado si las fronteras son inseguras o existe la amenaza, o la realidad de una guerra civil. En resumen, cuando las dos condiciones, paz externa e interna, están satisfechas se puede hablar de Estado, o sea, de un poder que permanece, que es estable (stato), y que por tener esa estabilidad garantiza paz y orden a la población que vive en el territorio gobernado por él» (p. 355).

Es por eso que podemos decir que

«[c]uando la lucha entre los partidos es pre-estatal -cuando no hay un poder común sobre ellos- no hay razón moral que legitime la victoria de una facción sobre otra, dado que no hay reglas comunes para juzgar lo cierto y lo errado» (p. 356).

Así comprendemos cómo funciona la doctrina de la doble moralidad que Sabine había esbozado. El punto es que primero, antes que nada, asegurar el Estado será necesario. Nuevamente Singer:

«La convivencia pacífica fundada en las normas mutuamente acordadas, a partir de las cuales la moralidad de las acciones puede ser juzgada, depende de un hecho anterior, a saber, de la constitución de un Estado» (p. 356). 


Algunas preguntas para orientar la lectura y el estudio:

¿Cómo se relacionan la virtud y la fortuna en el buen gobernante/príncipe?

¿Cuál es la relación entre el príncipe y lo que hoy en día llamaríamos el principio de soberanía?

Textos principales:

  • Nicolás Maquiavelo, El Príncipe, capítulos I-XII; XVII, XXVI.
Otras lecturas de interés:
  • André Singer, «Maquiavelo y el liberalismo: la necesidad de la república», en Atilio Borón, La filosofía política moderna. De Hobbes a Marx, pp. 353 - 363 (http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/ar/libros/moderna/moderna.html).
  • Enrique Dussel, «El renacimiento italiano. Maquiavelo»,  en Política de la liberación, historia mundial y crítica, 2007, pp. 172-185.
  • George Sabine, «Maquiavelo» en Historia de la teoría política, capítulo 18, pp. 265 - 280.
  • José Gaos, «El Estado absolutista: Maquiavelo y Hobbes» en Historia de nuestra idea del mundo.