lunes, 18 de marzo de 2013

San Agustín



De San Agustín nos interesa, en particular, su obra La ciudad de Dios. Es este realmente un texto de filosofía cristiana, de filosofía de la historia y también quizás un primer tratado de teología política. 

En su lectura presten atención a lo que se considera la primera gran síntesis entre la filosofía de la antigüedad, su epistemología y opción racional por el conocimiento y el saber de la revelación. En el caso de San Agustín esta síntesis es entre Platón --mediado por el neoplatonismo y Cicerón-- y las sagradas escrituras, en particular San Pablo. (La segunda síntesis, también entre lo griego y lo semita casi 800 años más tarde se dará en la filosofía cristiana de Santo Tomás de Aquino.)

Algunas preguntas: ¿Qué sabemos de la ciudad divina? ¿Cómo supera a la ciudad terrena? ¿Qué relación existe entre ambas? ¿En qué consisten los amores? ¿Cuál es la filosofía de la historia presente en el texto de San Agustín?

El texto que trabajamos en las tres sesiones que le dedicamos hace unas semanas al filósofo:

- San Agustín, La ciudad de Dios, selección de libros I-V, pp. 287-333.  

Y, como siempre, algunas lecturas adicionales. El texto de Dussel es realmente de interés:

1. Enrique Dussel, «La rebelión de las víctimas y la lenta invención del Estado secular» en Política de la liberación, historia mundial y crítica, pp. 71-96.

2. Jean Touchard, «San Agustín» en Historias de las ideas políticas, pp. 99-104.

3. George H. Sabine, «Universitas hominum» en Historia de la teoría política, pp. 202 - 215

4. Victoria Camps,  «La Edad Media», Sección I en Historia de la ética, vol I, pp. 345-372   

30 comentarios:

  1. Francisco de Vitoria y Derechos de Gente

    Francisco de Vitoria español de nacimiento fue un fraile que dio grandes contribuciones al derecho internacional, como en el libro de Derechos de gente, una de sus principales obras, basándose en el derecho romano de siglos atrás, derecho que era considerado uno o el mejor, ya que debido a su estructuración era un derecho valido para todos los hombres por igual, no tenia distinción de culturas y razas, Vitoria afirmaba la existencia de Logos por la cual todos los hombre actúan bajo la razón, por tal característica se supones todas las personas de esa sociedad o pueblo actúan de igual forma, por lo que tiene que haber igualdad en sus derechos.

    Tales derechos humanos nacen en la antigua Grecia de la necesidad de tener un derecho común para todos, como decía Cicerón que los gobernantes siempre deben tomar en consideración el bienestar de su pueblo, y esta característica mencionada antes es de suma importancia, otro de los forjadores del derecho internacional de gente es San Agustín quien nos dice que tres grados de comunidades humanas que son , la casa , el estado, y la comunidad terrenal, todas estas juntas forman el derecho que también para esa época existía para evitar cualquier tipo de guerra a menos que el enemigo incurra en algún tipo de injusticia, que como dice Cicerón, no puede existir una sociedad sin leyes ya que una sociedad sin leyes es un pueblo sin derechos, un pueblo injusto.

    Vitoria estaba muy de acuerdo con teorías como las de Cicerón, san Agustín, San Pablo, Santo Tomas de Aquino, entre otros, pero estaba en desacuerdo con Marsilio de Padua, ya que este decía que el poder debe ser exclusivo del Estado, donde asume exclusivamente todas las actividades de la vida social, Vitoria rechazaba estas posturas totalmente extremistas de poder.
    Por otro lado Vitoria, fiel seguidor de los derechos jurídicos romanos para esas época, en su obra citas muchas veces de tales ideales, sin embargo, del concepto de propiedad, pasando al campo de derecho público, esta de acuerdo con la soberanía pero no con una soberanía absoluta como la mayoría que se practicaba en esa época, sino mas bien de un poder limitado que somete al Estado a ejercer un verdadero régimen de derecho.

    En conclusión se puede decir que Vitoria, purifica por así decir, la experiencia romana y con el sentido actual las aplica a las necesidades jurídicas y políticas de su época.

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  2. San Agustín de Hipona en su obra “La ciudad de Dios”, expone la posibilidad de la existencia de dos ciudades opuestas, cuyos habitantes son divididos entre los verdaderos creyentes y los que irrumpieron las leyes de Dios, las cuales coexisten en la tierra y sólo Dios podrá hacer la separación entre ellas.
    La primera es la ciudad terrena la cual se puede definir como una ciudad de intenciones transitorias, ya que San Agustín la describe como una ciudad requisito del peregrinaje que deben cumplir las personas para alcanzar el perdón y la salvación. Esta ciudad se caracteriza por la injusticia, donde el amor de Dios es ignorado y desplazado por el amor propio, el interés individual prevalece ante el interés común, donde la idea del libre albedrío es utilizada como justificación para decidir a favor de un acto de mal, y donde el poder y el orgullo son las principales características de sus habitantes “De esta ciudad terrena surgen los enemigos contra quienes hay que defender la ciudad de Dios” (Libro 1, Capítulo 1). Para lograr superar la peregrinación y alcanzar la entrada a la ciudad de Dios es necesario evitar las tentaciones y evitar incurrir en aquellos actos penados por Dios
    Por otro lado, la ciudad de Dios, que por supuesto representa todo lo opuesto. Demuestra que sus principales características son en el amor a Dios, la búsqueda de interés común, la humildad, la justicia y el honor, los cuales son rasgos propios de sus habitantes. Esta ciudad representa la salvación y justicia divina.
    Luego, siguiendo la temática de la justicia y la diferenciación entre los pecadores y los cristianos, San Agustín de Hipona manifiesta que “Del mismo modo sucede que la ciudad de Dios tiene, entre los miembros que la integran mientras dura su peregrinación en el mundo, algunos que están ligados a ella por la participación en sus misterios, y, sin embargo, no participarán con ella la herencia eterna de los santos” (Libro I, Capítulo XXXV), y esto da pie a la separación entre el verdadero cristiano y el resto, entiendo al primero como aquel que con sus acciones y sentimiento demuestra el respeto a Dios, pero aquellos que se dicen ser cristianos y solo mantienen una apariencia, no son puros de corazón pertenecen a los falsos. Cuando las personas realizan la peregrinación es difícil lograr esta separación a simple vista, ya que pudiera ser que una persona diera la ilusión de estar alejada de la ley divina y por el contrario sí esté cumpliendo la ley de Dios con una fe absoluta. Por esta dificultad sólo Dios podrá ver la diferencia y a partir de ello juzgar a las personas.
    San Agustín parece tener un enfoque más parecido a Santo Tomás de Aquino, ya que refuerza el hecho de alguien aunque no pareciera está siguiendo el camino de Dios, sí lo hace ya que está siendo guiado por la ley natural escrita en su corazón y no necesita de una ley humana que lo guíe al camino divino.

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  3. El peregrinaje a la ciudad divina que propone San Agustín de Hipona en una ciudad como caracas no sería posible porque entre los habitantes, ya sean pertenecientes a cualquiera de los amores últimos (Caritas o Cupiditas) no existe un consenso entre ellos para poder hacer un peregrinaje en tranquilidad.
    En Caracas existe mucha división tanto política como económica, estamos en presencia de un constante conflicto con el otro pero no sabemos si aquel al que criticamos y odiamos será tu compañero en el momento del juicio final, donde se determinara si son o no pertenecientes a la ciudad divina.
    “Mucho de nuestros enemigos más declarados se ocultan algunos predestinados a ser nuestros amigos; y que ni ellos mismos lo saben…”
    No hay manera de que alguien sepa cuál será nuestro destino, si la ciudad terrenal o la divina. De este modo lo mejor que se puede hacer es tratar de llevar la vida social de la manera más calmada posible, de modo que podamos hacer un peregrinaje de forma calmada; asegurando así una vida terrenal tranquila.
    En la apoteósica ciudad de Caracas se nota que existe más amor por las cosas materiales y hacia el hombre que un amor sincero a Dios. No existen los amores intermedios, ya que no hay un consenso que regulen los normas y las relaciones de nuestros ciudadanos, además el gobierno no provee de un seguridad, al menos mínima. Por lo tanto no creo factible un peregrinaje tranquilo tal y como lo propone San Agustín hacia la Ciudad Divina en la ciudad de Caracas.

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  4. San Agustín de Hipona en su texto “La ciudad de Dios” logra plantear distintos temas, que giran en torno a la cuidad terrena y a la ciudad de Dios. Al principio de la obra, San Agustín explica que algunos paganos en la ciudad terrena, solían decir que eran ciervos de Cristo con la intención salvarse de la muerte y que poco después iban insultaban el nombre de Dios, ellos solo buscan cumplir la felicidad terrenal, es decir, buscan cumplir sus placeres por medio de recursos materiales, sin moderación alguna de estos y no buscan la paz, específicamente son los tipos de personas o enemigos de los cuales se tiene que defender la ciudad de Dios.
    Para San Agustín la ciudad terrena no se encuentra ni la felicidad, ni a justicia, ya que estas solo se da en una ciudad creada y gobernada por Cristo, es una ciudad llega de orgullo y soberbia, donde reina el amor por uno mismo y por los objetos materiales (amores intermedios). En cambio en la ciudad de Dios reina el amor hacia Dios, solamente llegan a ella los elegidos, es justa, perfecta y en ella se encuentra los elegidos, se relaciona con las ideas platónicas, como algo que no se puede conseguir.
    En el capítulo I, se especifica que todas las personas tienen derecho a la religión que deseen, ya que nunca se sabe cuándo ellas podrán cambiaran de opinión. También para que todo este en concordancia, se necesita de la justica en todas las clases sociales, para que de este modo la ciudad se desarrolle de la manera correcta, aunque esto no es posible, ya que como se planteo anteriormente, la justica solo se consigue en la ciudad de Dios. De igual forma en la República debe de existir un grupo de personas con un interés en común y que respeten las leyes que se les imponen, para que se logre vivir en armonía.

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  6. Mediante transcurría el estudio de la obra de San Agustín de Hipona titulada “La Ciudad de Dios” se discutió la base que fundamenta dicha obra litería, la cual se refiere a la comparación de 2 ciudades, la ciudad de Dios y la ciudad terrena y los puntos que hacen que una difiera de la otra.
    En la descripción de la ciudad de Dios San Agustín, destaca ciertas características que la diferencian de la ciudad de terrena, la primera característica se refiere, a que en la ciudad de Dios se le rinde tributo y se le ama a Dios por sobre todas las cosas, siéndole fiel a sus mandamientos y leyes. Por contrario en la ciudad terrena, las personas solo se aman a sí mismos pensando siempre en sus propias necesidades y en buscar las formas para satisfacerlas sin importarle la vida del prójimo.
    Otro punto en que ambas ciudades difieren, es en el sentido de humildad que prevalece en la ciudad de Dios, en donde no existe la necesidad de tener dinero ni bienes materiales, ya que en esta ciudad no existe la avaricia, porque todas las necesidades son suprimidas con el amor que se le profese a Dios. Mientras que en la ciudad terrena predomina el orgullo y la soberbia, las personas solo se preocupan por satisfacer sus deseos mediante el dinero y los placeres que les produzcan los bienes materiales, ya que en esta ciudad reina la avaricia.
    Otra diferencia que San Agustín señala en su obra es el “orden de amor” que predomina en la ciudad de Dios que se trata de amar a Dios y al prójimo sobre todas las cosas, mientras que en la ciudad terrena predomina lo que San Agustín llama el “orden de dominio” que expresa la necesidad del hombre por tener poder sobre todo lo conocido y el deseo de tener el completo dominio del mundo.
    San Agustín señala que si se dedica la vida a Dios cumpliendo sus mandamientos y leyes se conseguirá la salvación, para llegar a dicha salvación se debe pertenecer a la ciudad de Dios, donde se asegura una fidelidad absoluta, por contrario si se siguen los parámetros que rigen a la ciudad terrena solo se llegara al infierno y al castigo eterno.

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  7. San Agustín De Hipona. La Ciudad De Dios.
    ¿En qué consiste la teoría de los amores últimos e intermedios de San Agustín?
    Para San Agustín se dirá que los amores últimos será la voluntad, el libre albedrío, la libertad humana, sus manifestaciones íntimas de los seres. El amor último va estar implicado, en el hecho de la caridad, la benignidad, la entrega a Cristo, será el amor a Dios y los otros que no lleven este camino, los que están llevado por el placer, la satisfacción, serán aquellos los que llamaríamos ensimismados del amor al propio, por lo que le rodea, por el cuerpo, es decir, un amor último ensimismado.
    Los amores intermedios de este modo, San Agustín los va a interpretar como amores compartidos por parte de las dos ciudades, amores entrelazados, amores que comparten ambos ciudadanos, en el qué se encuentra la satisfacción de necesidades materiales, como ejemplo la comida para mantenernos vivo, para ser beato, seguir el peregrinaje, provisión de seguridad personal y publica, como el orden, el establecimiento de relaciones sociales ordenadas y pacificas.
    La ley y el derecho en la ciudad terrenal se basa en las necesidades de los amores intermedios (orden-paz), es una ley imperfecta en la cuidad terrenal, pero es necesaria para ella. La política será como una negociación que se da interna al orden-paz y seguridad, parámetros para la convivencia terrenal. La política entonces, entrará en el ámbito de poder y dominación para mantener, controlar y sostener la convivencia en aquella ciudad terrenal. En esta ciudad es necesaria la política y sus parámetros para poder alcanzar a la larga, la paz celestial, la peregrinación de la vida bienaventurada. La política como muestra de condición, será la falta de algo, para que sean completos los seres que vivan en esa ciudad terrenal.

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  8. “La Ciudad de Dios” por San Agustín

    En esta obra San Agustín, nos explica que es la cuidad de Dios, esa cuidad a la que se llega después de la vida terrenal, pero no todos podremos pertenecer a ella, tampoco se sabe quien podrá o no pertenecer a ella, de cierta manera nos explica que dios nos pone a obrar en la vida terrenal y dependiendo de lo que hagamos en ella seremos capaces o no de llegar a la cuidad de Dios.

    Otro punto que San Agustín nos habla es, sobre si vivir en nuestra vida terrenal bajo la voluntad divina o la voluntad propia, la voluntad divina es vivir amando y creyendo en dios sobre todas las cosas incluso sobre nosotros mismos, y por otro lado la voluntad propia que no es mas que amarnos a nosotros mismos sin creer en mas nada, haciendo todo a beneficio propio y no bajo un bien común.

    Sin embargo ese amor que debemos sentir por Dios debe ser honesto, y no por interés propio de que si amamos a Dios seremos salvados y podremos vivir en la cuidad de Dios, ya que de ser así caeríamos en la voluntad propia buscando nuestra salvación.

    …”en medio de los paganos hay hijos de la iglesia, y dentro de la iglesia hay falsos cristianos”

    La cita nos confirma sobre lo antes expuesto, nos habla que hay persona que aman a Dios solo por interés propio de optar por la salvación después la muestre para así poder formar parte de la Cuidad de Dios y otros que si lo hacen de verdad, de manera pura, que llegado el día final, podrán optar a formar parte de a Cuidad de Dios.

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  9. "Pero muy distinta es, incluso aquí abajo, la paga de los santos, que tienen que soportar agravios por la ciudad de Dios, odiosa para los enamorados de este mundo. Se trata de una ciudad eterna: alli no nace nadie, porque nadie muere; allí reina la verdadera felicidad (que no es diosa, sino un don de Dios); de ella, como prenda de su posesión, hemos recibido la fe para el tiempo en que, peregrinos, suspiramos por su hermosura". (La ciudad de Dios, capitulo 3, página 297)

    La cita describa a la ciudad de Dios, ciudad que plantea San Agustín junto a la ciudad terrenal, la última es la ciudad donde vivimos los mortales (humanos)en la cual el vicio, la maldad, la pugna, la peste, la extorción y el agravio caminan día y noche por las calles siguiendo las leyes terrenales o humanas (libre albehedrio) impidiendo de tal modo el paso a la verdadera ciudad justa que es la ciudad de Dios, donde como bien describe la cita una ciudad perfecta, feliz, hermosa, eterna y con leyes divinas o naturales
    Las personas que no se dejan llevar por los vicios, ignoran el amor propio y entregan su amor a Dios son capaces de entrar a la ciudad de Dios, sin embargo cumpliendo en perfecto orden con los amores intermedio (comer, la política, la justica, dormir, etc.). Los hombres malos perteneciente a la ciudad agraviada e imperfecta pueden llegar a la ciudad perfecta de Dios si estos cambiaran y se arrepintieran de sus pecados, inclusive San Agustín en principio quería ser un pensador de la talla de Cicerón pero un toque divino lo hizo cambiar y llego a ser el primer pensador cristiano

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  10. San Agustín de Hipona. “La Ciudad De Dios”

    Para una mejor compresión conviene destacar algunos aspectos contemplados en la introducción de este documento antes de abordar el libro número 2 relacionado con la opinión de Cicerón sobre Roma. En efecto escribir La Ciudad de Dios fue una larga y pesada tarea para Agustín de Hipona pues se propuso convencer a los soberbios del gran poder de la humildad a través de las manifestaciones de la voluntad divina en el transcurso del tiempo y en la serie de los acontecimientos humanos y arte. La Ciudad de Dios va mucho más allá de debatir argumentos paganos que causaron la vulnerabilidad de Roma por la intromisión del cristianismo en el Imperio. En este sentido Agustín desarrolla una interpretación teológica de la historia, lo que hace de la Ciudad de Dios una combinación de argumentos polémicos y de meditación personal sobres los roles del imperio romano y de la iglesia católica en ese contexto histórico.

    Por consiguiente el marco donde se representa el conflicto planteado por Agustín de Hipona es la imagen de dos ciudades: la cuidad de dios y la ciudad terrenal. Las cuales están mezcladas y son el resultado de motivación humanas internas fundamentales diferentes. En la primera el amor a la divinidad es la motivación principal y en la segunda es el amor propio, el orgullo y la soberbia su principal interés.

    Sobre la base de estos pensamientos para Agustín de Hipona la justicia solamente proviene de Dios. Por lo tanto la Ciudad de Dios es un libro donde este personaje drena la gloria del pasado de Roma en donde la versión de la justicia en este imperio romana es incompleta. De allí valoriza la definición de Cicerón que señala que no puede existir una república verdadera sino existe una justicia verdadera.

    A partir de este planteamiento se observa en el libro II la opinión de este político y filosofo romano Cicerón en discusión con otros personajes o filósofos sobre la importación de la justicia en una república bien ordenada en vista de que Roma estaba completamente en ruinas y no quedaba rastro de ella.

    Con esta idea en mente y a la luz de las profundas polémicas y discusiones que se sitúan en dicho libro acerca de la opinión de Cicerón sobre Roma surge la siguiente interrogante: ¿Sera posible gobernar un estado sin justicia? Todo indica que no. Sin la más estricta justicia no es posible gobernar un estado.

    Los argumentos se perfilan e ilustran enunciados tales como: nada hay tan enemigo de una ciudad como la injusticia, y que jamás un estado podrá gobernarse o mantenerse firme si no es con una estricta justicia. Sin justicia no puede existir la concordia; la verdadera justicia no existe más que en aquella república cuyo fundador y gobernador es Cristo.

    Para culminar, es así como Agustín de Hipona establece la diferencia entre las dos ciudades: una, la cuidad de dios, está unida por su amor a Dios, la otra por su amor a las cosas terrenales, pero la genuina justicia sólo puede existir en una sociedad cristiana, unida en su amor a Dios, y por lo tanto, es solo esta la que pueda considerarse como una república autentica y verdadera.

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  11. San Agustín nos relata que el mal es propio de todo hombre y que este mal depende del uso que se le dé a su libertad o el libre albedrío. Pero para que el ser humano ejerza una buena elección necesita inspirarse en dios, buscar la gracia que proviene de su ser, se puede obtener por medio de la fe. Los hombres pueden decidir entre el bien y el mal, esta decisión nos ha sido entregada por Dios de buena voluntad para que el hombre sea capaz de practicar el bien, pero si el hombre decidiera hacer el mal Dios lo castigaría. San Agustín piensa que si utilizamos el libre albedrio para hacer el bien el hombre no será castigado. “Solo quien hizo al hombre puede ilustrar al hombre con verdad con el fin que le hace feliz” Gracias a nuestra voluntad seremos capaces de llegar a la felicidad mediante las verdades que nos acercan a Dios.
    La vida buena no se puede lograr solo, es necesaria la fe para lograrla. El hombre tiene que ser bueno para ir a la ciudad celestial para pasar a una mejor vida ya que la ciudad terrenal es cruel y ningún hombre quiere quedarse en ella.
    Si el hombre es una creación de Dios debería ser perfecto, “Toda existencia tiene una naturaleza divina” entonces ¿Por qué la necesidad de un libre albedrío? ¿Por qué el hombre por naturaleza es pecador?, Sin el libre albedrío el hombre pudiera obrar correctamente, pero esto no quiere decir que el libre albedrío sea el origen del pecado, ya que si Dios nos dio esta capacidad de decidir se podría creer que Dios nos lo ha dado para pecar. La ciudad terrenal es un lugar donde se encontraran los pecadores, los injustos, los orgullosos, las personas que se dirigen hacia el mal, los pecadores, es decir que el libre albedrío se encuentra en la ciudad terrenal, sin embargo hay personas de la ciudad terrenal que son elegidas por Dios para ir al Reino de los Cielos, entonces se podría decir que en el Reino de Dios hay pecadores, pero esto no es así según Agustín porque solo las personas que hayan sido piadosas, humildes, que les motive el amor por la creación divina van al Reino de los cielos, sin embargo si cumples todas estas características no necesariamente iras al Reino de los Cielos porque Dios ya ha elegido a los hombres que estarán al lado de él según Agustín. En mi opinión todas las personas pueden llegar al Reino de los Cielos porque Dios es un orden de amor el cual es capaz de perdonar los pecados de los hombres. Gabriela Delgado

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  12. La ciudad divina según la visión de San Agustín esta relacionada con la ciudad terrenal porque depende de la liberación, de las ataduras de todo deseo terrenal, de la liberación del mal y de la infelicidad, para que los habitantes alcancen la ciudad divina. San Agustín presenta como la ciudad terrenal la que se encuentra aquí en la tierra, donde estamos atados a nuestras posesiones, y la ciudad eterna era la que estaba más arriba, esperando la felicidad celestial.
    La ciudad terrenal está habitada por paganos y por los que se han convertido en cristianos dejando atrás la adoración de muchos dioses falsos, haciendo ofrendas y sacrificios de animales para alcanzar bienes materiales. Creen en un Dios único, en ser supremo todo poderoso.
    San Agustín dice que toda la verdad se encuentra en el cristianismo, y como el satisface a su vez el corazón y la inteligencia llevándonos a un mismo fin. La ciudad cristiana no es física sino espiritual y moral, donde la aspiración es alcanzar la felicidad. En la ciudad terrenal, el amor es carnal, el amor a nosotros mismos, lleno de pasiones y deseo que a veces se confunde con el mal, por los vicios y los excesos, alejándonos del amor puro y espiritual que debemos profesar, el amor a Dios .
    Habla de la muerte, en un sentido relativo de la separación del cuerpo y del alma, los cristianos creemos que solo el cuerpo es el que muere, el alma vive, y que cuando el alma muere, es la muerte absoluta, la separación con Dios. Solo llevando una vida cristiana se lograra la vida eterna junto a Dios.

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  13. “El Imperio, y todo el resto de las estructuras políticas, no pueden considerarse como instrumentos indispensables para el avance del Cristianismo, pero tampoco significan un obstáculo para su realización” (Chuaqui, p.279)

    En “La Ciudad De Dios”, de San Agustín de Hipona, se presenta una polémica y una meditación personal sobre la historia humana, y sobre los roles del Imperio romano. En el texto, Agustín rechazó al Impero romano como el reino de los cielos en la tierra; explica que los poderes terrenales como el imperio y toda clase de estructuras políticas, son indiferentes para el cristianismo, no son ni indispensables para su avance, ni son obstáculos para su realización, ya que cualquiera de estas dos actitudes involucraría el cuestionamiento de la omnipotencia divina. De esta manera, Agustín des-diviniza la historia del Imperio, así como también desmitifica las versiones paganas de la misma. Su interés es declarar que no existe una relación especial entre el destino histórico de Roma (ni de ninguna otra sociedad) y la providencia, ese plan que tiene la divinidad para nosotros, ese destino.
    Es importante destacar que San Agustín ve a la ciudad terrena como una ciudad indeseada, imperfecta, una transición para llegar a la cuidad divina, a la cuidad de dios; que es la que realmente importa, una especie de meta a la que hay que llegar y que es anhelada por todos los hombres. Por lo tanto, todas las instituciones que existan o que puedan formarse en aquella tierra indeseada son indiferentes para la cristiandad, porque no necesita de ellas para ser lo que es. Dios es creador de todas las cosas sobre la tierra, no las cosas sobre la tierra son las creadoras de Dios.
    Ahora bien, uno de los instrumentos que si es indispensable para el cristianismo es la Biblia, ya que a través de ella podemos alcanzar la cuidad de dios, así como también la podemos alcanzar a través del amor al prójimo, porque al hacer eso estamos amando a dios y a su obra y por consiguiente, siendo buenos cristianos.
    Retomando la idea de la ciudad de dios que propone San Agustín, existe un cierto parecido con mundo de las ideas platónicas, porque esa perfección, ese paraíso del cual gozaremos luego de pasar por la cuidad terrena, es algo que solo lo podremos encontrar en otro plano, y que nuestra vida en la tierra es una réplica imperfecta de aquel lugar maravilloso al que llegaremos.

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  14. La cuidad de Dios
    San Agustín de Hipona nace en Tagaste el 13 de noviembre de 354, luchando contra dos ideologías, su padre Patricio pagano y su madre Santa Mónica cristinia, que inculco los principios básicos cristianos, al pasar los años el se desprendió de esos principios y se entrego a la oración, maniqueísmo, se inclino por la literatura y se conoce por los grandes aportes intelectuales, por el amor a la sabiduría que es a través de Dios.
    Para San Agustín considera que hay dos tipos de ciudades, La Ciudad terrena, que es tangible considerada como la cuidad de los injustos, de los no piadosos que buscan el bien propio temporal y no común, que dicho mal se justifica por el hombre, aunque son condenados al infierno, en dicha cuidad terrenal existe el castigo del poder, para minimizar el desequilibrio que ocurre en ella, “si de los gobiernos quitamos la justicia ¿En que se convierten si no es una banda de ladrones?” como cita San Agustín podría decirse que sin gobierno no hay justicia alguna, para él la justicia se considera como la suma felicidad, donde nadie muere porque manda la plena felicidad de Dios, todo este poder de gobierno es utilizado para poder llegar a la paz en los ciudadanos, porque ellos serán incapaces de mantener un orden correcto por ende necesitan de un gobierno para el equilibrio de dichos injustos, en cuanto a La Ciudad de Dios se considera divina eterna, de los santos, los humildes, los elegidos de Dios donde se toma el “bonus omnis boni, es decir, el bien de todo bien” se considera que la felicidad es eterna y el sumo bien es un don que solo es otorgado por Dios pero necesita de la fe para limpiar el corazón y la ilusión para que esta suceda, la paz es sumamente importante, se consigue con la tranquilidad de la ciudad entera de forma igualitaria para alcanzar la salvación, los ciudadanos de esta tienen el don de la gracia para poder controlar las tentaciones hacia el pecado, puesto que ninguno puede resistir por si solo el pecado por si solo, ambas ciudades que están relacionadas hasta que son separadas por el juicio final, esto representa la lucha entre el espíritu y la carne. Por último Hipona critico los paganos, romanos etc. que decían servir a Dios y le echaban la culpa al cristianismo de las guerras y su destino está en ser cristiano le rinden tributo a dioses, que en realidad son demonios, que no les solventa nada, según la cuidad de Dios, los dioses son demonios, como también existen paganos dentro de la iglesia que algunos se consideran falsos cristianos, los cristianos consideran que Dios está en todas partes, que castiga pero recompensa. El pueblo romano se considera que nace bajo la corrupción que conlleva al abuso de poder, avaros sin control, que buscaban constantemente satisfacer sus necesidades y placeres, San Agustín considera que la verdadera justicia existe donde el fundador de la Republica es Dios, los cristianos critican al cristianismo puesto que solo buscan placeres pero no para usarlos con honradez.

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  15. Teoría de los amores últimos e intermedios según San Agustín de Hipona
    San Agustín de Hipona plantea que a través del amor se comprenden las cosas que son superiores, estas cosas nos proporcionan felicidad y nos lleva a nuestro fin último que sería el placer divino,
    Los amores últimos son todos aquellos fines que quiere lograr una persona, es como su objetivo mientras que los intermedios son todos aquellos bienes en común como las leyes y normas que hacen mantener a esa ciudad en paz y orden.
    Esta teoría habla de lo difícil que es poder distinguir la ciudad de Dios con la ciudad terrenal sin embargo San Agustín lo hizo a través de varias características como: Ambas ciudades tienen diferentes fin últimos, para la ciudad de Dios el fin último valga la redundancia es el amor a Dios y para la ciudad Terrenal es el amor propio.
    San Agustín caracteriza la distinción entre estas dos ciudades a través de la categorización dada por el tipo de amor o bien por los objetos que conformen este amor en cada caso.
    Para San Agustín la ciudad de dios es superior a la terrenal ya que en ella se gobierna la paz y la justicia verdadera. Sin embargo no esté en contra de la ciudad terrenal solo menciona que ésta debería someterse a las leyes y mandamientos de la iglesia.
    En cuanto a los intermedios lo que hace que no se distinga es la peregrinación.
    En referencia a esta teoría de San Agustín, considero que debería existir una ciudad en donde se combine ambas ciudades es decir, en donde exista la sociedad civil que se tenga amor en ellos mismos y amor hacia el ser supremo, Dios. Ambas ciudades tienen sus pros y su contra por ende no sabría cual sería superior a la otra.

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  16. Agustín de Hipona es un santo, Padre y Doctor de la Iglesia católica, fue el máximo pensador del cristianismo del primer milenio y ciertamente uno de los más grandes genios de la humanidad. Autor prolífico, dedicó gran parte de su vida a escribir sobre filosofía y teología siendo Confesiones y La Cuidad de Dios sus obras mas destacadas.

    En su obra “La ciudad de Dios” Agustín nos habla sobre la causa final del hombre y como este dependerá de su creador, es decir, Dios. Para Agustín el hombre es un ser religioso y que tenga uso de la razón no será suficiente, también nos habla de la felicidad y como esta no puede ser definida por uno mas ya que será imperfecta. La felicidad es universal y que esta no se encuentra en el hombre sino sobre y esto hará que el hombre viva felizmente ya que es Dios es el único que puede ilustrar al hombre a ser feliz –“Solo quien hizo al hombre puede ilustrar al hombre ser feliz”.

    Agustín también nos habla sobre una Ciudad terrenal y una Ciudad de Dios y sus diferencias y como la ciudad de Dios debe ser entendida desde el lente platónico ya que es una ciudad que no se encuentra en este mundo y a la cual los verdaderos hombres de fe aspiran llegar, pero también nos dice la imposibilidad de distinguir estas 2 ciudades en su teoría de los amores últimos e intermedios y lo único que las podrá diferenciar es el fin ultimo que para la ciudad de Dios es el amor a Dios y en la terrenal es al amor propio y que este amor a Dios debe ser verdadero y autentico y no solo por la salvación porque si no estaríamos recayendo al amor propio.

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  17. San Agustín; La ciudad de Dios
    La Ciudad de Dios es un libro en el cual se comparan dos tipos de ciudades distintas, la ciudad celestial en la cual solo irán los elegidos y la ciudad de los paganos o de los pecadores. San Agustín nos explica que existen dos ciudades una formada por el bien, el amor a Dios, La ciudad Celestial, y otra ciudad formada por el mal, por el amor propio, la ausencia de Dios, la ciudad Pagana.
    La cuidad celestial o también llamada ciudad de dios San Agustín nos la define como la ciudad que tendrá a las personas santas, humildes, piadosos, personas que se dirigen hacia el bien, gente que va hacia la salvación, amor por la divinidad, hacia dios y hacia el prójimo, y sobre todo una ciudad con espíritu. Las personas que van a ésta ciudad de Dios tienen que comportarse según las 4 virtudes: Sabiduría, prudencia, justicia y templanza. Pero San Agustín declara que a ésta ciudad solamente irán los elegidos, las cuales son personas ya escogidas por Dios contradiciéndose un poco, ya que para que entonces comportarse según las 4 virtudes antes mencionadas si ya Dios nos escogió o no para formar parte de la ciudad celestial.
    Por otro lado, la otra ciudad, la ciudad pagana o terrenal nos la define como la ciudad que tendrá a las personas pecadoras, que sean orgullosas, que no tengan piedad con nadie ni con nada, gente dirigida hacia el mal, y tengan un alto amor por lo terrenal, lo material y la satisfacción propia, siendo personas condenadas al infierno.
    San Agustín nos explica que había una fuerte lucha entre la ciudad de Dios (que se menciona en la biblia) y la ciudad terrenal (la de los hombres) Pero desde el punto de vista de San Agustín, una de estas ciudades estaba más clara o era más conocida, esta era la ciudad de Dios, claramente más conocida, porque San Agustín era perteneciente a la iglesia, y la ciudad terrena era conocida en los estados políticos, como Roma.
    San Agustín va más allá de lo físico, hablando de la metafísica y religioso y la verdad sobre Dios. Hace una reflexión diciendo que “La verdad está compuesta de dos elementos, aquellos son, la razón, y la fe, él dice que “la verdad es una y única, por eso razón y fe pueden colaborar sin obstáculo”.
    Con éste razonamiento San Agustín nos explica que la verdad es única, estando unida con la fe y la razón y que ambas nos ayudan y colaboran para hallar el camino de la verdad. Para San Agustín si no tenemos razón no tenemos fe, y al no tener ninguna de las dos no tendríamos verdad ya que todo parte de un razonamiento, para él hay que entender para creer, ya que si no se razona la persona no podrá saber en lo que está creyendo, individuo no podría saber en qué está creyendo, y luego de que uno ya razona, y además tiene fe, es en donde se forma la verdad, la cual nos lleva al mundo del bien, o a la ciudad ideal, o más bien a la ciudad celestial.

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  18. Reseña: San Agustín- La Ciudad de Dios.

    San Agustín es fiel creyente de que las personas crean para entender, con el bien común de todos se llega a la felicidad. La filosofía en lo que respecta a San Agustín parte de la premisa: todos deseamos conocer.
    Preposiciones de su filosofía:
    Según San Agustín, el universo refleja la voluntad de Dios. Dios es la fuerza creadora del Universo, racionalmente podemos intentar comprender a Dios mediante su creación. La mente humana mediante la razón puede comprender al universo, por la razón podemos comprender lo que nos rodea, el uso de la razón tiene una autoridad divina. San Agustín señala una frase muy cierta de que entendiendo empiezo a creer. Gracias a la razón los individuos pueden relacionarse, compartir ideas y de esta manera entender todo lo que nos rodea y de esta manera actuar de una manera correcta.
    Por otra parte, San Agustín comenta que lo creado por Dios en cierto sentido puede considerarse como algo bueno pero también esta manifestación puede tomar un sentido arbitrario, porque existe la duda de si pudo o no haberlo creado. También podemos mencionar que debemos tener presente que lo que podemos llegar a conocer con la razón, logra comprender una parte de lo creado. Sin embargo, la razón no es suficiente para la salvación, es de carácter imperativo dirigirse a Dios para encontrar esa salvación individualmente.
    La salvación depende de la gracia divina y ésta se puede considerar como la felicidad en términos humanos, la razón no es fundamental para la salvación, para encontrarla hay que ir en búsqueda de Dios. También es muy importante señalar que las leyes son un prejuicio para el bien común, como mencionó Aristóteles en la Política. Las leyes son creadas con el único objetivo que es el bien de la sociedad. Los ciudadanos deben cumplir las leyes para encontrar una sociedad en la que se pueda vivir con la salvación conjuntamente.

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  19. Para abarcar a San Agustín, partiremos de la siguiente interrogante: ¿el ser humano es un ser imperfecto? ¿Alcanzará la perfección de Dios? Para San Agustín: Dios es el todo, que creó al mundo de la nada, pero el mundo creado es totalmente distinto de Dios. Decía que crear es producir de la nada, es decir, sin causa material, es aquí donde se introduce un nuevo elemento que tiene relación entre el mundo y Dios. San Agustín se fundamenta en las ideas platónicas que fueron influyentes en su teoría de la ciudad de Dios y la ciudad terrena.
    San Agustín parte de la premisa ¨bonum omnis boni¨ que significa ¨el bien de todo bien¨ que es el amor a Dios, es aquí donde Agustín diferencia a la ciudad terrena de la ciudad divina, caracterizando a la ciudad terrena como todo aquello que envuelve a los placeres y la satisfacción de estos, en donde todos vivimos en ello, y la ciudad de Dios es aquella intangible (Según Platón), donde está presente el amor a Dios, y es la que anhela todo el mundo, sin embargo, ésta no es definida por los hombres, porque el hombre es imperfecto, por sentir amor propio que puede definirse como el pecado, porque no hay límites para alcanzar la satisfacción del placer y eso conlleva a que no se ame a Dios como el único creador y ser divino. De aquí que respondemos a la interrogante: No podremos alcanzar la perfección de Dios, y siempre viviremos en la Ciudad Terrena donde hay gente buena, gente cristiana y gente anticristiana, por el libre albedrio, a pesar de que lo que se busca es vivir en la ciudad de Dios.

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  20. Teoría de los amores últimos e intermedios según San Agustín de Hipona
    San Agustín de Hipona plantea que a través del amor se comprenden las cosas que son superiores, estas cosas nos proporcionan felicidad y nos lleva a nuestro fin último que sería el placer divino,
    Los amores últimos son todos aquellos fines que quiere lograr una persona, es como su objetivo mientras que los intermedios son todos aquellos bienes en común como las leyes y normas que hacen mantener a esa ciudad en paz y orden.
    Esta teoría habla de lo difícil que es poder distinguir la ciudad de Dios con la ciudad terrenal sin embargo San Agustín lo hizo a través de varias características como: Ambas ciudades tienen diferentes fin últimos, para la ciudad de Dios el fin último valga la redundancia es el amor a Dios y para la ciudad Terrenal es el amor propio.
    San Agustín caracteriza la distinción entre estas dos ciudades a través de la categorización dada por el tipo de amor o bien por los objetos que conformen este amor en cada caso.
    Para San Agustín la ciudad de dios es superior a la terrenal ya que en ella se gobierna la paz y la justicia verdadera. Sin embargo no esté en contra de la ciudad terrenal solo menciona que ésta debería someterse a las leyes y mandamientos de la iglesia.
    En cuanto a los intermedios lo que hace que no se distinga es la peregrinación.
    En referencia a esta teoría de San Agustín, considero que debería existir una ciudad en donde se combine ambas ciudades es decir, en donde exista la sociedad civil que se tenga amor en ellos mismos y amor hacia el ser supremo, Dios. Ambas ciudades tienen sus pros y su contra por ende no sabría cual sería superior a la otra.

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  21. La Ciudad de Dios
    San Agustín tiene una visión pesimista de los seres humanos, dice que los seres humanos sin Dios son malos y que necesitan de la revelación y la gracia de Dios.
    San Agustín propone dos teorías
    1) Teoría de los amores últimos: establece que los seres humanos se aman a sí mismos
    2) Teoría de los amores intermedios: satisfacción de las necesidades materiales, provisiones de seguridad personal y pública.
    “Dios es el principio del bien, Cristo es el conocimiento del bien”
    Cree que hay dos ciudades la Ciudad de Dios y la Ciudad Terrenal, las cuales están mezcladas porque existen amores intermedios y por eso hay instituciones políticas con el fin de establecer la paz en la tierra para conseguir la paz eterna
    La Ciudad de Dios es aquella donde primero hay amor a Dios, además de justicia, humildad, salvación, orden de amor y espíritu. En la Ciudad Terrenal está el amor propio, la injusticia, el orgullo, la soberbia, el infierno, el orden de dominio y los placeres del cuerpo.
    San Agustín critica a los paganos y a los romanos que fingían ser siervos de Dios para poder salvarse, decía que en medio de los paganos hay hijos de la iglesia y en medio de la iglesia hay falsos cristianos.
    San Agustín establece que la Ciudad de Dios conseguirá la paz completa. Quiere convencer a los soberbios del gran poder de la humildad.

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  22. ¿Según san Agustín que es una republica? ¿hay una ciudad de Dios en la tierra?

    Según el autor lo político se constituye en la manifestación de lo justo su concepción de lo político se deriva en gran parte de la definición de “república” que ofrece Cicerón: “la cosa pública (república) es lo que pertenece al pueblo; pero pueblo no es todo conjunto de hombres reunido de cualquier manera, sino el conjunto de una multitud asociada por un mismo derecho, que sirve a todos por igual”. El autor corrige esta definición reemplazando “derecho” por “justicia” así argumentando que no basta la existencia de un sistema de reglas o leyes para que se pueda hablar de un “pueblo” y por tanto de una “república” sino que debe existir auténtica justicia Agustín decía “Aquel no fue nunca un estado autentico (republica), porque en él nunca hubo autentica justicia” propone que aquella republica no pudo existir porque para que haya estado y posteriormente republica tiene que haber justicia y la justicia basada en el hombre no en Dios no es justicia porque la justicia en si misma está basada Dios nos da una sola república genuina sólo aquélla en la cual la verdadera justicia está perfectamente realizada todos los demás sistemas políticos no son más que, en mayor o menor medida bandas de ladrones

    “Entrelazadas, de hecho y mezcladas están estas dos ciudades, hasta que se vean separadas en el ultimo juicio” san Agustín nos habla de la mezcla de los ciudadanos de la cuidad de Dios (el amor a Dios) que peregrinan en la ciudad terrenal y tratan de vivir en beatitud en la medida de lo posible en la ciudad terrenal (amor al hombre) y no podemos distinguirlos y viven en consenso por medio de los amores intermedios (las necesidades básicas como alimento, ley y sociedad)

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  23. Manuel Alejandro Pérez C.
    San Agustin, La Ciudad de Dios
    Para San Agustín la vida humana tiene un destino marcado por Dios. Se distinguen entre la ciudad terrenal, fundada sobre el amor egoísta, y la ciudad eter¬na, fundada sobre la caridad cristiana. Toda la historia es una lucha entre estas dos ciudades o amores y concluirá con el triunfo de la ciudad de Dios. Basándonos en las “actitudes” (veremos más adelante este concepto de “actitudes”) que son tomadas por cada persona, San Agustín nos dice que el mal es inherente a todo hombre, pero ese mal depende del uso que éste le dé ejerciendo a su libertad o a su libre albedrío. Pero para poder ejercer esa correcta elección el ser humano necesita inspirarse en Dios, buscar la gracia que procede de su ser, y que se puede obtener por medio de la fe.

    En el texto de San Agustín se refiere a la “actitud” como una especie de amor, que lo clasificara en dos tipos de amores: El amor a Dios y el amor a sí mismo. Veamos, “el amor a Dios” decimos que es lo máximo que se puede alcanzar, y con él logras entrar a la ciudad de Dios; Por otro lado “el amor a sí mismo, es mal visto, porque se refiere al egoísmo y al mirar solo en aquello que se pueda ver y no en algo más grandioso como la ciudad de Dios. Aparte de rendirse ante un “amor a Dios” san Agustín nos dice que Dios nos pone a prueba en la ciudad terrenal, durante nuestro periodo de vida, con el fin de demostrar nuestra fe o nuestra “voluntad”, como señala en su textos, y según San Agustín existen dos tipos de voluntad: “La voluntad de Dios” y “la voluntad del hombre”, para San Agustín alcanzar la felicidad implicaría que tendríamos que vivir según la “voluntad de Dios” que seria adaptar nuestro libre albedrío a las enseñanzas

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  24. San Agustín es testigo de la caída del Imperio Romano de Occidente y un hombre del fin de la Antigüedad, miembro de la Iglesia Cristiana que se cuestiona por temas de índole filosóficos y religiosos. Su obra es una amalgama de varios géneros literarios, del tratado filosófico, al intercambio epistolar, de la autobiografía al sermón.

    En su obra, la Ciudad de Dios, San Agustín tiene la pretensión de ser lo más preciso posible porque espera establecer argumentos para defender la religión cristiana. Influenciado por la filosofía de Platón, San Agustín intenta combinar el platonismo con cristianismo. Asocia fe y razón: "credo ut intelligam", creo para entender. La sabiduría se adquiere mediante la participación de la luz divina. La fe precede la inteligencia sin oponerse a la razón, permite entender los primeros principios.

    Esta influencia de Platón se ve reflejada en la descripción que nos hace San Agustín de la Ciudad de Dios. Platón sostenía que la perfección se hallaba en otro lugar, el Mundo de las Ideas, un lugar trascendental. Para San Agustín, la ciudad terrenal es sólo un lugar de peregrinaje porque sólo en la Ciudad de Dios, su "Mundo de las Ideas", es posible la felicidad. San Agustín define este lugar ideal como el Idel de una ciudad celestial cristiana, guiada por la fe y el amor hacia Dios, en donde la verdadera justicia se halla y donde sólo los espíritus excelentes y aquellos que verdaderamente promulgan la fe son aceptados y bendecidos al ser aceptados en este reino.

    Pese a que en este reino se aceptan a aquellas personas verdaderamente devotas, San Agustín aclara que en el mundo terrenal, es muy difícil saber quién logrará vivir o no en este mundo divino y bendito: la vida beata es la vida ideal, como la de los estoicos, hay un sólo camino y ejemplo. Sin embargo, sólo en el juicio final se podrá saber quiénes son los verdaderos cristianos.

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  25. San Agustín de Hipona “ La Ciudad de Dios”
    Nace en Tegaste, pequeña ciudad de África romana. Era hijo de un padre pagano y una madre cristiana ( Santa Mónica), la cual le inculca a su hijo los principios básicos de la fe cristiana y este muestra desinterés por esto, su madre se entrega a la oración para que su hijo acepte esta religión. Estudio teología, literatura, gramática, por medio de los escritos de San Pablo y Plotino se convirtió al cristianismo.
    La obra “ La ciudad de Dios” fue escrita durante la vejez de San Agustin, esta obra es redactada para darle un alivio a los romanos sobre todos aquellos acontecimientos que estaban sucediendo en Roma , trata de explicar que “ todo en esta vida es pasajero”.
    San agustin hace mención en su obra de dos ciudades emblemáticas que son la ciudad terrena y la ciudad divina. Estas se diferenciaban en:
    La ciudad divina era la ciudad de los humildes, de los santos y justos, de aquellos que se dirigían al bien y merecían ir a la ciudad de la salvacion, era la ciudad del espiritu.
    Por otro lado se encontraba la ciudad terrena la cual era la antítesis de la ciudad divina, en esta se encontraban los pecadores e injustos, orgullosos y despiadados, los condenados que se dirigían hacia el infierno.
    “… En efecto, las dos ciudades son también una representación del combate que se vive hacia el interior de todo ser humano entre el espíritu y la carne…”
    Ya que el ser humano vive en una constante discrepancia entre aquello que es bueno o no, en caer o no en tentación, por eso San agustin hace referencia a la providencia de cada una de las personas, que es el destino que Dios le tiene escrito a cada uno, con eso se san agustin determina que tus actos pueden ser buenos y nobles, pero si Dios ya había escrito en el destino de aquella persona que este iba a ir a la ciudad terrena asi sera.

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  26. Teoría de los amores últimos e intermediarios de San Agustín

    San Agustín en su obra “La Ciudad de Dios” nos habla de la teoría de los amores últimos e intermediarios. Que se refiere a que los amores últimos es aquel bien común, aquel bienestar que se busca en la ciudad terrenal debido a que nadie esta seguro de si podrá llegar a la ciudad de Dios, que este viene siendo el amor ultimo.

    De tal forma, se plantan leyes y normas, promoviendo una seguridad personal y publica, satisfaciendo las necesidades de cada uno de los ciudadanos, para que puedan vivir en paz, sin guerra, puesto que si no se llega a la ciudad de Dios, de igual forma podrán vivir en una sociedad tranquila, ya que están establecido relaciones sociales, ordenadas y publicas, que mantienen a una ciudad en paz.

    Hablando del amor ultimo para San Agustin, este se refiere al fin ultimo que es el amor a Dios, y cuando este se cumple, se establece el peregrinaje, que para San Agustin será una manera única de llegar al fin ultimo, y de tal forma, llegar a la ciudad de Dios.

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  27. A diferencia de San Pablo, San Agustín plasmaba en su texto nuevas ideas cristianas, la voluntad humana mas la fuerza del Ser Supremo agregando el libre albedrio. El ser humano es libre pero como plan de Dios nuestra voluntad esta predeterminada por una providencia, el cual era el pensamiento cristiano que tramaba el plan divino que otorga Dios para su creación. “Del mismo modo sucede que la ciudad de Dios tiene, entre los miembros que la integran mientras dura su peregrinación en el mundo, algunos que están ligados a ella por la participación en sus misterios, y, sin embargo, no participaran con ella la herencia eterna de los santos.” En esta cita expone que existirán opositores al seguimiento divino por la búsqueda propia de la ciudad de Dios que está destinada para un grupo determinado de verdaderos cristianos que se verán forzados todos en seguir los mandamientos del Señor, para mantener la tranquilidad en esta vida y ayudar a los demás con la promesa de que si estas predestinado a pertenece a la ciudad de los santos y justos, donde reinaran los humildes, piadosos, elegidos por Dios los cuales poseen la gracia divina podrán lograr la salvación mediante el amor que le ofrecieron a Dios.
    Esta promesa motivaba a muchos cristianos de la época porque el deseo de abandonar una ciudad terrenal donde gobernaban los incapaces, orgullosos, los pecadores era una muestra del deseo a través de la fe de conseguir una vida eterna gloriosa.

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  28. San Agustín De Hipona (la cuidad de dios)
    Agustín trata de demostrar que los textos de algunos evangelios tendrían que leerse con la esencia de Platón y que la verdad era algo que debía ser absecible para todos a través de las sagradas escrituras. Nos plantea que existe un bien de todo bien o un bien supremo (bonum omnis boni) y que se encuentra por encima del hombre siendo este el único que lo puede hacer vivir felizmente. San Agustín basara su lectura en un neoplatonismo, donde la ciudad de dios que es donde viven los que se motivan y se movilizan por el amor a la divinidad, solo se encuentra en el mundo de las ideas de Platón esto quiere decir que esta cuidad es imposible que se dé aquí en la tierra. También nos plantea que existe una segunda ciudad denominada ciudad terrenal donde se encuentran todos los pecadores y personas llenas de orgullo sin ningún tipo de piedad entre ellos. Agustín afirma que todos nos vemos obligados a pasar por esta ciudad, es una especie de prueba para nosotros, donde nos veremos tentados una y mil veces. Mi gran duda se basa principalmente cuando San Agustín se refiere a la providencia. ¿Si nuestra vida y todo lo que en ella cabe, nuestras formas de pensar, nuestros comportamientos, etc. Ya están predestinados, porque habríamos de comportarnos mal o bien si ya da igual, independiente mente como sea tu comportamiento en la ciudad terrenal podrás ir o no al cielo?. Esto nos acarrea un gran problema ya que si las personas conocieran su predestinación se darían cuenta que nada de lo que hacen o piensan vale en cuanto a ir al cielo o al infierno se refiere.

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  29. Agustín de Hipona

    San Agustín plantea la imagen de dos ciudades en donde solo la ley de Dios es lo justa para los seres humanos. En la ciudad o ciudades de Dios se trata de una combinación de opiniones de una perspectiva errónea que jugaron entonces el imperio de romano y la iglesia católica. La Ciudad de dios y la ciudad terrenal es lo que Agustín de Hipona expone en donde la ciudad de dios lo primordial es el amor y la divinidad y en la ciudad terrenal se trata mas de el bien propio, la codicia y la envidia. El motivo de cual San Agustín no se encuentra de acuerdo con la antigua Roma se encontraba carecida de valores y en donde él decía que la justicia se encontraba empobrecida. Para San Agustín la justicia se trataba de un tema de suma importancia debido a que para el una ciudad debía representar una justica correcta para poder alcanzar armonía entre los seres humanos. El cual Aristóteles estaría estupendamente de acuerdo. El principal enemigo de una ciudad en esta caso terrenal era la injusticia, que solo en las ciudades que existiera una fuerte justicia se sabría mantener ante cualquier situación, solo la autentica justicia se vera reflejada en la ciudad de dios ya que esta bajo la ley de dios y es la mas pura y divina.

    En el caso de los hombres que han seguido el camino del pecado y que solo se han encargado de destruir y hacer malos actos en la ciudad terrenal para poder cruzar a la ciudad de dios haría falta que estos se arrepintiese de todo sus pecados, serian entonces absorbidos y llegarían entonces a formar parte de un ser humano, ciudadano de la ciudad de dios en donde este se encargara de formar la armonía para sus habitantes.

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  30. Reseña sobre San Agustín. La Ciudad de Dios.
    San Agustín, sobre la verdad, hace una reflexión, en la que señala, “la verdad está compuesta de dos elementos, aquellos son, la razón, y la fe”, él dice que “la verdad es una y única, por eso razón y fe pueden colaborar sin obstáculo” (pág.285). Con este razonamiento San Agustín intenta explicar que, entre razón y fe no hay un gran trecho que las diferencia, si no al contrario, ambas colaboran entre sí hacia el camino de la verdad, es decir, para San Agustín si no tenemos razón, no tendríamos fe, ni verdad, ya que todo parte del razonamiento, luego de que uno razona viene la fe, o el creer, ya que si no se razona, el individuo no podría saber en que esta creyendo, y luego de que uno ya razona, y además tiene fe, es en donde se forma la verdad, la cual nos lleva al mundo del bien, o a la ciudad ideal, o más bien a la ciudad celestial.
    Además San Agustín intenta resolver el problema de la existencia de la verdad, llegando a la conclusión de que la verdad existe, porque la mente humana es capaz de discernir entre las cosas justas y no justas, es más San Agustín intenta explicar que la verdad tiene partes que nunca cambiarán, unas de estas son la justicia y la belleza, bases en las que él se funda, pero, es aquí donde San Agustín se cuestiona el hecho de la existencia de estas partes inseparables de la verdad, ya que se pregunta, ¿cuál es el origen de esta verdad?, y ¿cómo sabemos que esa verdad es cierta como se nos explica o creemos?, aquí, después de hacer estas interrogantes, es donde San Agustín concluye que la respuesta a estas grandes interrogantes, nos harían llegar a la solución de la existencia de Dios.

    Nancy Jiménez.

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